jueves 2 de mayo de 2024 23:28:57

La salud mental de los delincuentes

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Las cárceles están y estarán siempre llenas de psicópatas, que como característica distintiva no pueden experimentar ningún sentimiento de culpa por el delito que han cometido

descarga (1)El problema de la inseguridad, en todo el país, tiene diferentes causas y
motivos. Todas las hipótesis son atendibles, en especial aquellas que
vienen de parte de los ciudadanos de a pie. Sin perjuicio de ello,
entiendo la necesidad de hacer mucho énfasis en la salud mental de los
delincuentes.

Las cárceles están y estarán siempre llenas de psicópatas, que como
característica distintiva no pueden experimentar ningún sentimiento de
culpa por el delito que han cometido. No obstante saben perfectamente, y
reconocen, internamente, el crimen que realizaron.

Me duele mucho ver a las mujeres embarazadas o con bebés, presas en las
unidades carcelarias. No por ellas por supuesto, sino por aquellas
criaturas. Personalidades formadas dentro del Servicio Penitenciario, en
lugar de jardines de infantes.

Pensemos, por un momento, en los niños que transitan su escuela primaria
con su padre preso.

Por mi parte tengo la fortuna de acudir una o dos veces por semana a la
escuela de mi hija, para conversar con las maestras y observar el avance
de sus conocimientos.
Pero hay muchos niños de misma edad de mi hija que, para tener un beso de
su padre deben visitarlo en la unidad carcelaria. Pienso de qué manera se
van formando los temperamentos de esos niños cuando terminan por
comprender que su padre no está allí por trabajo, sino por delincuente.

Muchos delincuentes aseguran robar o vender drogas por y para sus hijos.
Una contrariedad que no resiste el más mínimo análisis. Las consecuencias
se convierten en la más cruda y dura realidad en el instante de la
detención.

Hay sociólogos que aseguran que un niño huérfano padece menos sufrimientos
y conflictos psicológicos que aquel que debe visitar a su padre o madre,
durante muchos años, en una cárcel.

Por mi parte creo atendible ese pensamiento, y en algunos casos totalmente
comprensible.

Vea el escenario de los hechos, el niño cambia la presencia de su maestra
por la del celador carcelero. Qué más se puede decir?

Siendo abogado penalista, a partir de mis 24 años de edad, conocí las
peores miserias humanas. Pero también las emociones de grandes gestos de
generosidad. A las miserias trato de olvidarlas, a las generosidades las
llevo conmigo.

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