ELECCIONES 2023: ¿FRUSTACIÒN Y FIN DE ÈPOCA? LA MATANZA PODRÌA SER UN EJEMPLO
Cristina Kirchner y Axel Kicillof quedaron expuestos ante un caso policial que sacudió como pocas veces el centro de gravedad del peronismo K. ¿Dónde está el intendente Espinoza?

Sirve para abordar el tema del ausentismo historiar las últimas cuatro elecciones en las que el formato político vigente de dos coaliciones rivales se enfrentaron de manera bien nítida.
Desde el 2015, cuando ganó Mauricio Macri, hasta el 2021. Y vale más aún achicar la lente para detectar el comportamiento del votante en La Matanza.
En 2015, el Frente de Todos logró 352 mil votos y Cambiemos 190 mil. Habían ido a las urnas 820 mil almas, el 79% del padrón. En 2017, la franquicia Unidad Ciudadana de CFK cosechó 400 mil y JxC 240 mil, con 822 mil votos totales, el 75% de asistencia. En 2019, en pleno fervor, el peronismo unificado sacó 531 mil votos y JxC 206 mil, sobre un total de 870 mil, que equivalía al 78% de afluencia. Pero en 2021 se produjo un quiebre sin precedentes que es el telón de fondo de lo que pasa hoy: el Frente de Todos ganó pero con “sólo” 343 mil votos, frente a los 210 de JxC, con una asistencia de apenas el 67% del padrón, algo sin precedentes. Fueron casi 200 mil votos menos que, de todos modos, no fueron a la oposición. En el 2001 fue a las urnas el 78% del padrón habilitado.
Para la analista de opinión pública y directora de Trespuntozero, Shila Vilker, las trompadas contra Berni se inscriben en una línea que va desde lo simbólico a lo real y concreto, desde la impugnación ideal al impactante rechazo físico de la política. Es un camino en el que están los escraches violentos, el atentado fallido contra Cristina Kirchner y la paliza al ministro más visible de la gestión Kicillof. “Hay un in crescendo peligroso que puede, incluso, cambiar la forma de hacer campaña”, dijo.
Esa repulsión por la política y los políticos es la manifestación más brutal de algo que está debajo y que, para Vilker, no es tanto incertidumbre, sino un rasgo marcado de pesimismo, de ausencia de futuro, por ser sujetos a los que no se les proporciona soluciones ni prestaciones para que la vida sea menos angustiosa. “Hay un síndrome del malquerido en la sociedad, que reciben promesas que no se cumplen y que acumula frustraciones”, afirmó la experta.
Sergio Berni, el ministro de seguridad de la provincia de Buenos Aires, en el centro, es extraído de una protesta en Buenos Aires.
“Ha muerto un hombre bueno por promesas incumplidas y la política es la culpable. Así se puede resumir este hecho, que es el asesinato de un colectivero que deriva en la agresión salvaje y conmocionante a un funcionario”, abundó Vilker y agregó: “La piña te hace pensar en la idea del enojo, de la furia, pero esto no es solo furia, es resignación, desapego, pesimismo, bronca”.
Pero lo que le agrega complejidad a la secuencia es que todo está atravesado por el fenómeno peronista. No es sólo el lugar, La Matanza, que es un distrito peronista. No es sólo el ministro golpeado, que es peronista. Y los agresores, que de no serlo de modo militante y conscientes responden a una genealogía sindical-peronista. El gobernador afectado, que es peronista. La provincia y la Nación. Todo está teñido de las lógicas, las relaciones, la geografía y la vida peronista.
“Hay una crisis de fin de época, donde aparecen problemas nuevos que no son abordados ni resueltos por la política. Ni siquiera en campaña”, advirtió la analista. Mientras CFK y Kicillof o Gabriela Cerruti responden con fantasiosas teorías conspirativas o frases de ocasión, faltan las respuestas efectivas o propuestas para enfrentar una inflación galopante, asaltos que terminan en asesinatos, narcotraficantes fuera de control, y salarios ofensivamente bajos.
Los restos del chofer Daniel Barrientos, asesinado de un disparo en el pecho durante un asalto a bordo del colectivo de la línea 620 que conducía por la localidad bonaerense de Virrey del Pino, partido de La Matanza. (Télam)
“No terminan de entender lo que está pasando. Mientras tanto Milei crece por los errores ajenos y porque expresa un fenómeno que está ocurriendo en todas partes del mundo: responden al enojo de la gente frente a una democracia que no da respuestas. Hay una demanda de cambio genuina, porque la sociedad está pidiendo que cambie algo de verdad”, explicó Vilker.
Para la directora de Tres punto zero “un problema que tiene la política clásica es que el discurso se hace inescuchable, no hace sentido. Hay una lengua muerta de la política”.
Una encuesta le pone cifras y, sobre todo, tendencia al nerviosismo que expresan funcionarios que lo quieren y, más aún, los que no lo quieren a Axel Kicillof. Los tironeos entre intendentes y el gobernador son una constante que se repite, más allá de nombres, de partidos y de ideologías. Ocurrió cuando estaba Duhalde, Scioli o Vidal. Y ocurre ahora, cuando en La Plata está el economista que llegó a la gobernación desde su banca de diputados por la ciudad de Buenos Aires.
“Los votos se escurren entre los dedos. ¿Hay algo más peronista que un chofer de una línea municipal que está sindicalizado y que cobra su sueldo por el subsidio que le paga al transporte el Estado?”, se preguntaba un fino lector de la realidad del conurbano profundo que prefirió mantenerse en reserva.
Es una geografía territorial y política que, de todos modos, no puede escaparse de un contexto de carencias y, sobre todo, de retroceso social, económico y, claro, político del fenómeno peronista bonaerense. Es el Conurbano una cantera que muestra síntomas de saturación y agotamiento.
Para entender el marco general donde ocurren estos avatares, en el último sondeo de los que periódicamente elabora la consultora Fixer se detectan las causas profundas de tanta inquietud. En el relevamiento nacional realizado entre 2.500 casos hasta el último día de marzo con la pregunta “¿a qué fuerza votaría?”, hay cuatro datos sobresalientes: el Frente de Todos cayó del 31 al 28%, Juntos por el Cambio subió al 38% -la amplitud entre ambos volvió al 10%-, y Javier Milei no cayó pero tampoco se convirtió en una aspiradora de votos desencantados. Y hay dos puntos que se perdieron en el camino. ¿Será la abstención un actor tan o más potente que el economista libertario?
Los últimos acontecimientos refuerzan la idea que planteó con lucidez el mes pasado la reconocida politóloga Ana Iparraguirre. “El escenario político es el más abierto en términos electorales de los últimos 20 años”, había dicho la socia de la consultora GBAO. Había dicho que la gente no se manifestaba en la calle porque de este gobierno no se esperaba ninguna solución, ninguna respuesta. Facundo Chàves.Fte. Identidad Correntina