jueves 25 de abril de 2024 06:32:33

ELECCIONES DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES: OPERÁN RENOVACIONES PARCIALES EN AMBAS CÁMARAS QUE TIENE EL PRINCIPAL DISTRITO DEL PAÍS

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Gran expectativa despierta la elección general legislativa de 2021 en la Provincia, básicamente por la nueva composición en las cámaras que puede proporcionará esta elección, donde las mayorías actuales pueden variar sustancialmente

En estas elecciones de medio término en la provincia de Buenos Aires, se votarán 23 senadores provinciales y 15 suplentes; 46 diputados provinciales y 28 suplentes; 1.097 concejales titulares y 706 suplentes; 401 consejeros escolares titulares e igual número de suplentes.

Son 1.567 integrantes de cuerpos colegiados titulares y 1.150 suplentes; todos constituyen verdaderos engranajes de la democracia y piezas fundamentales del sistema republicano. Ambas concepciones en crisis.

También se elegirán en el territorio, bajo supervisión de la Justicia Federal, 35 diputados de la provincia que se desempañarán como diputados nacionales en la Cámara de Diputados de la Nación; no corresponde en este turno electoral elegir senadores de la provincia para desempeñase en la Cámara de Senadores de la Nación.

Gran expectativa despierta la elección general legislativa de 2021 en la Provincia, básicamente por la nueva composición en las cámaras que puede proporcionará esta elección, donde las mayorías actuales pueden variar sustancialmente.

Federico Otermín, presidente de la Cámara de Diputados.

E incluso el hecho de que el Poder Legislativo tenga escasa visibilidad pública -tal vez proporcional a la importancia que la sociedad le asigna- hace que la lectura que los medios masivos de mayor influencia hacen del proceso electoral en general, puede distar de lo que efectivamente se traslade a los recintos bonaerenses.

También influye aquí el hecho de que la elección de los legisladores provinciales no se da por distrito único, sino que se produce en ocho regiones -denominadas secciones electorales-, donde en cuatro, por capricho normativo, se eligen senadores, y en las otras, diputados.

Y por si todo esto fuera poco, el sistema de distribución de bancas es el denominado “de cociente”, donde muchas veces no hay simetría entre cantidad de votos y bancas a ingresar.

Hay que sumar a todo esto que en la Legislatura provincial ha habido en estos primeros dos años de gestión del Frente de Todos un “estado de confort” en el oficialismo, como un estado anímico de la oposición que contribuye en los resultados hasta ahora registrados.

Diputado Facundo Tignanelli, jefe del bloque FdT.

El Gobierno de Axel Kicillof estima no necesitar de un Poder legislativo activo, más bien todo lo contrario. En principio, porque no “controla” a las cámaras: allí la oposición sigue siendo importante.

En el Senado, el oficialismo no cuenta con la mayoría; por extensión tampoco con quórum propio, y en ambas no puede valerse de los dos tercios bajo ninguna circunstancia normal, lo cual reduce sensiblemente el campo de acción sin acuerdo con la oposición. Y no hay acuerdo global del Poder Ejecutivo con el Legislativo; hubo sí acuerdos puntuales para la sanción de determinadas leyes, algo que el Poder Legislativo termina aceptando para mostrar predisposición y no aparecer como los malos de la película, pero los “acuerdos de fondo” no se han producido, y eso explica muchos acontecimientos inéditos que el Gobierno ostenta.

Pero hay otro factor que también influye decididamente: al frente del Poder Ejecutivo hay un gobernador que no tiene “jugadores” propios en los pasillos legislativos, o tiene muy pocos. Sí tiene muchos aliados, que no es lo mismo.

Es lo que pasaba con su antecesora. La diferencia es que mientras María Eugenia Vidal observaba una Legislatura cerrada prácticamente en sus últimos años, en sus primeros dos años Axel Kicillof ve que hay movimiento, pero en la realidad no lo es tanto, sino que se trata de una especie de simulacro. “Espera viento de cola”, dicen algunos.

Ese escenario favorable se lo puede proporcionar la renovación parcial. En tiempos normales se podría aceptar como una táctica adecuada dejar pasar los primeros dos años no favorables numéricamente al oficialismo, para desplegar la ofensiva en una segunda parte más “amigable”. Pero estamos en pandemia.

Es cierto que el oficialismo, desde la “unidad estratégica”, es prácticamente invencible en la actual arena electoral. Dobló en votos a la oposición en el sur del conurbano y hace medio millón de diferencia en el norte y noroeste, en la Primera. Son muchos votos, 1,5 millón, que explican los 14 puntos de diferencia  de 2019.

Pero la arena política puede modificar todo: al igual que muchos ciudadanos tuvieron que cambiar hábitos en la pandemia, la posible elección favorable puede ser una verdadera pesadilla.

Esta táctica, que no se admite a viva voz pero es real, puede ser estratégicamente eficaz o podría ser el “desastre más desastroso”. No hay aquí término medio.

Si el Frente de Todos, no logra modificar la composición lo suficiente como para controlar las dos cámaras, al menos con quórum propio, la táctica podría proporcionar el final de una relación prácticamente inexistente: la del Poder Ejecutivo con el Legislativo en la provincia de Buenos Aires en el bienio 2019/2021, que se extendería al 2021/2023.

Tan posible es que el oficialismo revierte su posición en el Senado de la provincia como que la oposición se alce con lo que sería el premio mayor para ella: la presidencia de la Cámara de Diputados. Las consecuencias de cualquiera de estas dos situaciones sería materia de análisis de otra nota.

Las alternativas pueden proporcionar definiciones meridianas: si son favorables al oficialismo tendrá un dominio “normal” del Poder Legislativo en ambas cámaras y se podría destrabar la situación del “frente judicial”, por caso, entre otras cuestiones.

Pero si aquellas elecciones levemente favorecen a la oposición, podría el oficialismo perder el control completo de ambos recintos, incluida la titularidad de la Cámara baja, en la previa de una elección ejecutiva.

Nadie habla de “helicópteros” con gobiernos peronistas, pero la pregunta se impone: ¿Cómo se gobierna la provincia de Buenos Aires sin mayoría en ningunas de las dos cámaras y en el período final del mandato?

Otro dato general que aparece en el análisis, ya no institucional sino electoral, es que las secciones del conurbano son la clave para el desenlace final. Donde el Gobierno se siente fuerte.

Sucede que la renovación parcial en marcha es la que corresponde a los legisladores electos en la elección 2017, y cabe recordar que en esos tiempos, en la Provincia, la carrera era de tres o incluso de cuatro, sumando otra oferta “de terminal peronista” a las de Unidad Ciudadana y del Frente Renovador.

Esa otra fuerza fue el Frente Justicialista, que llevó como máximo exponente a Florencio Randazzo, candidato a senador nacional, que no terminó de afianzarse como fuerza permanente, pero muchos entienden que su presencia explica en gran parte el triunfo de Cambiemos sobre Unidad Ciudadana en esa elección. En el orden nacional, la elección de senadores, entre Cambiemos y UC hubo una diferencia de 400 mil votos. Randazzo sacó 500 mil.

En el mientras tanto tenemos que hoy aparecen juntos en el FdT los legisladores que el FR y UC cosecharon por carriles distintos, y que por más que se sumen los votos, no necesariamente se corresponde con la cantidad de bancas. Es decir, es un cambio muy importante el hecho que dos grandes fuerzas monopolicen la oferta electoral y no sean tres o cuatro como era entonces, sin contar al FIT, que tiene una participación constante en estos últimos años y que se fortalece en las legislativas.

Por caso, la elección de senadores del 2017 fue muy favorable a Cambiemos porque el FR sacaba votos y se quedaba cerca de “los pisos”, pero no los lograba superar y por lo tanto eso favorecía al ganador, en ese caso Cambiemos. De igual modo lo favorecían los “votos perdidos” en el orden seccional del FJ y el FIT.

La elección de 2017 en la Séptima, de 3 a 0, como en la Cuarta, de 5 a 2 -ambas favorables a Cambiemos-, se dan por “el desperdicio” de votos que hace el FR y FJ que no llegan al “piso”, pero al mismo tiempo limitaban la suma de UC, así el ganador se vía favorecido por “los restos”. Son elecciones calcadas con Cambiemos en el 50% de los votos y las tres fuerzas opositoras con el 45 %.

En una competencia electoral de dos grandes fuerzas parejas, sin terceras fuerzas que superen el 10% de votos positivos, la elección en la Séptima es 2 para el que gana y 1 para el segundo; en la Cuarta es 4 a 3.

Por lo tanto, en el Senado la definición por lógica y sin grandes cambios en los resultados respectos de las últimas elecciones se dará en la Primera Sección Electoral.

El Frente de Todos está destinado a recuperar al menos un senador en la Séptima y otro en la Cuarta, mientras que JxC estaría perdiendo esas bancas, en la Quinta sería sin cambios, en un 3 a 2; por lo tanto, esa distancia de 26 a 20 se presenta como 24 a 22, sin contar la Primera.

Senador Gervasio Bozzano, titular del bloque oficialista.

En la Primera Sección Electoral se eligen 8 senadores, 5 de JxC y 3 del FdT; de repetirse los resultados de 2019, el reparto sería 5 a 3 a favor del FdT, y por lo tanto sobrevendría un Senado de 24 del FdT, con 22 de JxC.

Pero en esa sección, en la elección de 2019 JxC sacó el 37,45% de los votos, y si llega al 37,50%, el reparto es 4 a 4. Son dos mil votos de diferencia en un padrón de 4,6 millones. Y el Senado queda 23 a 23.

En el caso de Diputados, hay muchas variables en juego y los pisos son más bajos, por lo tanto hay mucho diputado o diputada que ingresó en 2017 como FR y hoy se cuenta como Frente de Todos.

El sistema, en términos generales, permite juntar más bancas con dos listas que con una, siempre que se supere los pisos, y el FR lo hizo en tres de las cuatro secciones donde se eligieron diputados en 2017.

El cambio en la elección en diputados lo puede proporcionar una tercera fuerza que pueda alcanzar pisos que representan el 9,09 % o el 5,55% de la sección, según corresponda, pero es muy poco probable poder establecer a quien puede perjudicar.

No obstante, la definición del reparto de bancas de diputados se dará en la Tercera Sección, donde se eligen 18 de los 46 diputados en disputa.

El FdT pone en juego 10 y JxC 4; en las legislativas el voto tiende a dispersarse en estos lugares a terceras o cuartas fuerzas, pero si se toma la elección de 2019, el resultado estaría siendo 12 a 6 a favor del FdT. Crecerían ambas fuerzas, pero nadie se arriesga a asegurar que eso finalmente quede así.

El Frente de Izquierda de los Trabajadores (FIT) viene logrando bancas de diputados en las últimas elecciones en la Tercera, aunque la polarización presidencial de 2019 lo haya llevado a un 3,59 %, donde es necesario 5,55%, unos 200 mil votos en un padrón de 4,6 millones ciudadanos en condiciones de votar, para entrar en el reparto de bancas.

Si tomamos los resultados de 2019, el oficialismo no correría mayores riesgos, se encontraría en una Cámara baja con 47/48, con una oposición de 40, con 4 diputados sueltos en bloques minoritarios que se quedaría con menos estímulos para su existencia.

Más allá de las cuestiones generales, la renovación parcial tiene además sus particularidades en la Legislatura de la provincia de Buenos Aires.

En el Senado, los presidentes de las dos únicas bancadas que lo integran, JxC y el FdT, los senadores Roberto Costa y Gervasio Bozzano, respectivamente, terminan sus segundos mandatos como senadores provinciales y están impedidos de poder presentarse a una nueva reelección; de no cambiarse la legislación tendrán que abandonar la casa al menos por dos años.

Senador Roberto Costa, presidente del bloque de JxC.

En Diputados, por su parte, las máximas autoridades del oficialismo, es decir el presidente de la Cámara, el vicepresidente y el presidente del bloque del FdT, Federico Otermín, Carlos “Cuto” Moreno y Facundo Tignanelli, terminan sus mandatos, aunque en este caso podrían legalmente presentarse a la reelección. Habrá que ver sí “los compañeros lo piden”.

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